Escribe Emilio Carlos Tacconi en un artículo sobre el Arroyo Seco publicado en el almanaque del Banco de Seguros en 1980:
La firma del acuerdo se celebró en el oratorio público anexo a la mansión, el cual integraba el patrimonio de la misma. Esa reliquia histórica fue construida alrededor de 1790 por el acaudalado comerciante español Don Antonio Baltasar Pérez –gallego él, de Santiago de Compostela- que la ocupaba en compañía de su esposa, Doña María Cerantes y Pedrera, “nueve hijos, treinta esclavos y veinte peones…”.
En 1852, una vez finalizada la Guerra Grande, el Presidente de la Defensa de Montevideo, D. Joaquín Suárez se retiró a la vida privada a su casa-quinta del paraje montevideano del Arroyo Seco, semi arruinada por la guerra, donde falleció en 1868.
Una ley de 1881 decretó erigirle una estatua, la cual fue alzada en la Plaza Independencia en 1896 y luego trasladada a la actual plaza que lleva su nombre en el solar donde antes asentara su quinta, en una bifurcación de la avenida Agraciada con la avenida hoy llamada Joaquín Suárez.
Refiriéndose al aspecto educativo en el barrio, dice Arturo Scarone, en “Efemérides Uruguayas” (Tomo II, pág.136):
“La Sociedad Amigos de la Educación Popular” el día 21 de mayo de 1871, instala una nueva escuela pública gratuita en las proximidades del Arroyo Seco, la que se denomina “Escuela de los Treinta y Tres” y cuya dirección se confía al educacionista José Arimany”.
Fuente: Revista Raíces