URUGUAYOS CAMPEONES/Desde Montevideo/ENTREVISTA/Eduardo Mérica para FMFUTBOL.COM
No hay smoking ni glamour. Ni locuras escenográficas. Nunca las hubo. Más bien, las batallas en el trinquete wanderista de calle San Fructuoso, tienen el perfume pueblerino de las peregrinaciones en las que la gente le ofrece su corazón a un santo local. Propio. Hay olor a choripán, a salame y a vino cortado y también música de cumbia. Y van llegando aficionados a la paleta que ya van detrás del personaje sin reclamarle nada. Gente pobre y de barrio que se siente representada por este ídolo alcanzable, bien de carne y hueso y con una fuerza brutal para desparramar toda su bondad como el agua bendita…
La pelota es un juego universal: los vascos, como en otros ámbitos, han sabido guardar la aportación de otras civilizaciones. El mayor mérito ha consistido en la adecuación del juego a sus propias características, aportando numerosas modificaciones, creando nuevas modalidades, instalaciones y materiales de juego.
En el siglo XX brota el profesionalismo y en el campo aficionado las competiciones se inician en 1925. Germinan así los torneos de toda índole por todo mundo. Y en este siglo, aunque las curvaturas cíclicas muestran épocas de esplendor y decadencia, nace en el barrio Arroyo Seco, en el interior de un club y al fondo de un frontón Néstor Iroldi que junto a César Bernal (quien murió a los 79 años, en el 2015) fueron cinco veces campeones del mundo y ganadores de una medalla olímpica.
«Ninguna amistad es un accidente»